domingo, 26 de julio de 2009

Cosecha de corazones


Seguramente cuando pensaba en esto mi espíritu estaba conectado con Lauralandia, y mis ojos con el costado terrenal que a veces lo invade.
De mirar el verde paisaje campestre y los pequeños brotecitos que asomaban entre la tierra, comencé a pensar en el amor de aquellas manos que día a día trabajan y ven crecer al fruto de su empeño y sus cuidados.
Por alguna razón imaginé en un instante un enorme campo poblado de personas, hombres y mujeres, que llevaban dentro suyo una semilla, la del amor. Ellos no lo saben, pero son los celestinos los encargados de cuidar esa semilla que ven crecer día a día.
Se comenta que estos ángeles sacan su mayor cosecha en primavera, cuando florecen los brotes. Pero la tarea se divide en tres: una parte de ellos se dedica a preparar las flechas que instalarán los corazones cosechados, estás flechas son sumergidas en un recipiente que contiene agua con gotas de magia. Otro grupo se ocupa de la cosecha propiamente dicha, y un tercer grupo tiene la tarea de buscar el lugar indicado para disparar un corazón en la plantita indicada (plantita ubicada en el medio del pecho de cada personita que vive en el planeta Tierra).
Como toda cosecha, la de corazones también se dispara en diferentes épocas del año. Los corazones que se cuentan en primavera maduran en cualquier momento y necesitan el flechazo antes de explotar sobre la nada.
El proceso es más o menos así. Miles de personas caminan por la vida sin saber en qué momento se cruzarán con ese ser especial con el que se muere uno de ganas de estar día y noche. Los ángeles dejan la semilla y hacen su trabajo. Cuando las personas comienzan a sentir esta necesidad, es señal de que la semilla se transforma en planta. De a poco va madurando un corazón (algo así como una flor) que se alimenta del simple respirar de la persona deseada por quien lleva el cultivo del amor.
Una vez maduro este corazón a punto de explotar, necesita de la habilidad del ángel. Debe ser retirado de manera inmediata y buscar el momento justo para generar el impacto en otra planta cuyo corazón fue arrancado por la misma razón que el anteriormente mencionado.
El ángel debe buscar a esa otra planta solitaria y dar un flechazo mágico que una a las dos almas. Una vez encontradas, el trabajo del celestino finaliza. Ahora depende de aquellos seres. Cada uno debe cuidar del corazón del otro, si prospera, la próxima cosecha contará con una renovación de amor. Si el trabajo de estos ángeles no fue en vano, la corteza de ambas plantitas se afirmará y resistirá cualquier tormenta.
Si esto sucede, obtendremos como resultado dos corazónes en plantas cuyas raíces se unen para vivir en el paraíso de los sentimientos, y del amor correspondido.

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