martes, 28 de julio de 2009

Ellos


Yo no quise disparar, la flecha se posó sobre mi mano cual mariposa inquieta. Vos estabas adelante, me gritaste, pediste ¡por favor!, que sea rápido. Ella se hundió tan profunda que me dolió a mí. Perdón, me parece que no quise, aunque la última gota de sangre que derramaste sobre el verde que nos rodeaba produjo una hermosa, fugaz e inolvidable catarata de colores. Hoy sonrío mientras la recuerdo.

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