domingo, 23 de agosto de 2009

(In)Consciente(Colectivo/bondi)


La mente es un increíble triturador de almas en pena. Si nos sentimos mal...ahí sale ella y nos critica -entonces nos sentimos peor-, o nos dice que hagamos eso que tanto queremos - entonces ahí nos ponemos dubitativos-.
La cuestión empeora cuando estamos a la espera de algún colectivo (plena soledad previa) y no nos queda más remedio que conectarnos con nosotros mismos. Inmediatamente Id y Superego salen a la cancha y comienzan la cantinela insoportable de problemas, limitaciones y temores sobre algún tema no resuelto por quien, se supone, debería ponerle el "pecho a las balas", ese cuerpecito que camina por la vida lleno de problemas tontos de los cuales no puede escapar.
Llega el colectivo, subís, pagás $1,25 y buscás un lugar cómodo con vista a la calle. Pasaron tres cuadras y la batalla en tu cabeza continúa entre quien dice que sí, quien dice que no, y quien no sabe lo que dice - ese es el peor, porque se puede mandar una macana en cualquier momento-.
Es conocido que el asiento de un colectivo (sobre todo los individuales con vista a la calle) es un espacio de soledad y reflexión para la mente.
En esos pequeños espacios surgen miles de preguntas que uno puede responder pero jamás se atrevería a reconocer.
¿Por qué no hice esto?, ¿Por qué no le dije aquello?, ¿En qué momento dejé que todo me supere?, son algunas de las preguntas que salen desde esa cabeza, a veces insoportable, que quiere decir todo pero se ve limitada por quien habla.
En ocasiones son sólo recuerdos, en otras son necesidades, a veces te decidís y mandás un mensaje o llamás a esa persona con la que suponés que tenés un problema por resolver (llámese amigo, pareja, compañero de trabajo, familiar...quien sea) . Volvés a quedarte en silencio y ahí aparece: "¿Para qué se lo mandaste?, ahora quedaste terrible".
Al final no hay nada que le venga bien, ¡no puede ser que cada cos...!, ¡Timbre!...Te distrae y no recordás por qué estabas charlando con esa extraña y ambigua máquina de preguntar, cuestionar y solucionar casos varios.
Mirás por la ventana, ya pasaron 10 minutos y te querés bajar, querés encontrarte con alguien para charlar y para que ella no te hable más.
¡Momento!...Llegó la respuesta al mensaje. ¿Viste?, no era tan grave, está todo bien. Te preguntás cuál será el siguiente paso. Como ángeles y demonios vuelven a aparecer Id y Superego con todas las ganas de confundirte.
- Respondele.
-¡No lo hagas!
Momento de dudas. Te hablan al mismo tiempo y no sabés que hacer. Pensás que no, pero dejás la puerta abierta a un sí. Te decís a vos mismo:¿Estaré haciendo las cosas bien?
La angustia se contrae en un nudo en tu garganta y una catarata de lágrimas quiere escaparse de tus ojos. Mirás por la ventana y reconocés la casa de la esquina. Ya estás cerca, te levantás, tocás el timbre, le decís "buenas noches" al chofer y te bajás.
El vientito te acaricia y sonreís, la angustia se fue.
Ahí pensás...después de todo...no fue tan malo esta vez.

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