martes, 15 de diciembre de 2009

Capítulo IV: Aquellas cartas



Felipe se derrumbó ante semejante escena. Ella le habló para decirle adiós, él le pidió con su mirada que no se fuera. Pero ya no había conexión entre ellos, esas miradas ya no se entendían.
Pasó toda la tarde recorriendo la ciudad. Volvió a cada rincón en el que habían estado juntos. Compró jazmines, intentó regalárselos pero ella no estaba allí. Se tiró en el pasto de la plaza y contó 7 aviones. En cada uno la imaginó viajando y se imaginó a su lado.
Al caer la noche hizo el recorrido que ambos hacían para llegar a su casa. Pero esta vez intentaba esconderse de las luces, no quería ver su sombra, no quería ver la ausencia de la sombra de Malena. Y continuó caminando mientras silbaba la melodía de “Over the rainbow”.
Su casa se veía más oscura que nunca. Sin prender las luces se tiró en la cama, vencido por tanta soledad. Abrió su mochila y sacó las cartas que Malena le había dado minutos antes de partir.
Una y otra vez le volvía la voz de la jovencita que decía: “Ahí está la respuesta a tantos años de soledad”. No podía entender a qué se refería con esas palabras, después de todo, se trataba de las cartas que un tiempo atrás el mismo había escrito con tanto amor, con tanta dedicación, con tantas palabras cargadas de ilusiones junto a ella.
De tanto mirarlas decidió abrir el paquete, de todas formas, no tenía pensado dormir esa noche y por más que quisiera, no podría hacerlo con tanto embrollo en la cabeza. Tomó las dos puntas de aquel lazo rojo y las cartas se desparramaron en el suelo.
En medio de la oscuridad tomó un sobre, luego caminó hacia la perilla de la luz y la encendió para ver de qué se trataba. Curiosamente agarró la primera carta que él le había enviado durante un recreo. Recordó la situación:
Eran casi las tres de la tarde y ella se encontraba en el patio del colegio, bajo las ramas del álamo, tomando jugo de naranja. El calor quemaba la piel y aquellos uniformes no eran buena compañía en pleno diciembre.
Él no se animaba a darle personalmente lo que había escrito, así que decidió armar un avioncito de papel y tirarlo desde el balcón que daba al patio. Eso hizo: la miró fijo, le chifló y largó a volar ese papel blanco cargado de esperanzas. Esperó a que ella despliegue la hoja y se escondió para ver su cara al leer.
Era la letra de “Over the rainbow” y una anotación que decía “Jueves, 15hs. Placita de acá a la vuelta. ¿Te espero?”. Él observó su rostro y notó una leve sonrisa casi tímida, como si ella supiera que él la estaba observando.
Nuevamente se encontró tirado en la cama, pero esta vez sonriendo. Pasó toda la noche leyendo las cartas y recordando cada una de ellas, el momento en el que fueron escritas, las respuestas…todo. Pero hubo una que le borró la sonrisa, lo dejó perplejo: era una carta de Malena.
Observó el sobre, parecía nuevo. Lo abrió y leyó la fecha, se llevó una gran sorpresa al ver que era del día anterior a su partida. “Ahí está la respuesta a tantos años de soledad”. Felipe lo repetía una y otra vez mientras se debatía entre leerla o no. Finalmente, se sentó en la cama y decidió leerla.

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