viernes, 6 de agosto de 2010

Loco, ¿yo?




El hombre estaba completamente loco. Era uno de esa especie en extinción, de esos locos que están prohibidos en las calles y en los bares, de aquellos que ante la menor duda entran en un mundo magico y de mil figuras. Loco de los locos que ven la vida desde todas sus aristas, de los que viven de una esencia que ni ellos mismos pueden explicar. Un Señor loco, de los soñadores.
El loco caminaba por las mañanas. A la tarde tenía la costumbre de nadar en una fuente de agua que hasta hoy se puede ver en la plaza central de Monte grande. Pero las noches...¡Ah!, las noches eran sagradas. No podía dormir sin antes tirarse panza arriba a contar estrellas.
Este loco no entendía el apuro de la gente, no podía comprender el origen de tanta prisa, el mundo había entrado en una gran licuadora en la que correr en circulo era la cuestión.
"Vos estás loco", escuchaba por ahí, cada vez que hablaba de disfrutar de la vida, pero él nunca hizo caso.
Hacía lo que quería, vivía como le parecía.
Una mañana de esas que el loco salió a caminar, observó a un hombre vestido de traje y corbata, con caros zapatos de cuero (de quién sabe qué animal), hablando por teléfono y escribiendo en una de esas computadoras portátiles que hoy están tan de moda.
El loco se sentó al lado y le preguntó: ¿Usted vive desde la ausencia y el loco soy yo por vivir en la calle? ¿No le gustaría hablar con alguien de verdad?
El hombre lo observó y dijo: -Usted está loco.
El loco agradeció el corto diálogo, se sintió feliz por haber hecho hablar al hombre que interactuaba con el objeto y silbando por lo bajo se tiró a nadar en la fuente de agua.

1 comentario:

  1. a todos nos falta un poco de esa locura , en esta vida que nos lleva y nos trae sin poder descansar ...excelente! . saludos

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