domingo, 29 de agosto de 2010

·.·(((Todavía la observo mientras sonríe)))·.·


Ella nunca durmió aunque, a juzgar por su rostro, parecería que vive desde hace décadas en un mundo de ensueño y fantasía. Llegó cuando Alma apenas tenía 2 años. Hoy tiene 25, pero la sigue cuidando como cuando era niña.
Yo las miro desde el placard, escondida en la oscuridad, y siempre detecto esa necesidad de la muchacha inquieta que se esfuerza por grabar en su retina la sonrisa de aquél trozo de trapo que aun conserva.
Intento elaborar una teoría lógica para entender porqué siempre está tan feliz, y por más que me esmero no puedo entenderlo. Y sigo acá, en la oscuridad del placard, esperando que Alma desee ser una persona seria. ¡Pero esa tela sonriente siempre tiene su atención!, ¡qué odio!
Ya no puedo verla: rizos amarronados, aritos como perlas, sus ojitos con ese brillo especial, los cachetes ruborizados, esa sonrisa rubí...y yo acá, esperando que me agarre en un instante junto a la cartera roja, esa que tira en cualquier lado. A veces siento que nada le importa.
¿Qué será de mi?, ¿para que me tiene? Si vivo acá, tirada, casi no sabe que existo. Pero ¡cuánta ternura me causa verla hablar con ese pedazo de trapo!
Al fin y al cabo está bien. Puede que yo no sea digna de ser utilizada, pensándolo mejor, prefiero quedarme en la oscuridad del placard, observándolas y sintiendo esa ternura que pensé que nunca iba a encontrar en alguien.


Imágen: Campa.

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