lunes, 6 de septiembre de 2010

La última vuelta



Alma corrió desesperada entre las adoquinadas calles de Avellaneda. Parecía aturdida, como si el tiempo estuviese dando sus giros finales, jugándole una mala pasada. Se la veía apresurada,perturbada y por demás angustiada, pero nada le indicaba a los transeúntes que con ella se chocaban cuál era el apuro de llegar a quién sabía dónde.
Una vez en destino, Alma culminó de un salto su apresurado trote frente a una vieja casona de pálidas paredes. Desesperada, giró la cabeza hacia arriba. Observó el balcón sin saber si todavía estaba a tiempo. Ante la duda y el miedo que eso le generaba, decidió entonar su voz entre lágrimas que se soltaban de sus ojos casi involuntariamente y se partían en sus mejillas para luego morir tristemente en los adoquines testigos de sus pasos. Así comenzó la última noche en la que se escuchó volar su voz...

He llegado hasta tu casa...
¡Yo no sé cómo he podido!
Si me han dicho que no estás,
que ya nunca volverás...
¡Si me han dicho que te has ido!
¡Cuánta nieve hay en mi alma!
¡Qué silencio hay en tu puerta!
Al llegar hasta el umbral,
un candado de dolor
me detuvo el corazón.

Nada, nada queda en tu casa natal...
Sólo telarañas que teje el yuyal.
El rosal tampoco existe
y es seguro que se ha muerto al irte tú...
¡Todo es una cruz!
Nada, nada más que tristeza y quietud.
Nadie que me diga si vives aún...
¿Dónde estás, para decirte
que hoy he vuelto arrepentida a buscar tu amor?

Ya me alejo de tu casa
y me voy ya ni sé donde...
Sin querer te digo adiós
y hasta el eco de tu voz
de la nada me responde.
En la cruz de tu candado
por tu pena yo he rezado
y ha rodado en tu portón
una lágrima hecha flor
de mi pobre corazón.


Tango: "Nada"
Letra: Horacio Sanguinetti
Música: José Dames

Imagen:
http://www.pensarenmujer.com

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