viernes, 15 de octubre de 2010

Mi paso por Arte Joven


De pequeña siempre estuve en espacios que en ese momento los grandes me brindaron, no desde el punto de vista del educador y del que guía con el ejemplo, sino desde ese adulto que a veces juega a ser niño y acompaña el crecimiento, ese que pretende que cada uno busque en su interior lo que realmente es. Así comenzó mi vida en el mundo del arte.

Es aquello que despierta en todos y cada uno la sensibilidad que nunca perdemos pero a veces ocultamos, es eso que liberamos desde lo más profundo. El arte.

Resulta extraño, las dos grandes incógnitas de mi vida son el amor y el arte, esos dos conceptos que carecen de definición universal pero reconocemos por instinto. Creo que el arte es lo primero que a un@ le viene a la cabeza, sumado a lo último que se imagina. Pero a veces creo que no se trata de definir un qué y entonces pienso en el cómo. ¿Cómo se hace el arte? Mi respuesta siempre es la misma: JUGANDO.

Y los que juegan siempre son niños, porque tienen esa capacidad de imaginar, de viajar con la mente hacia lugares encantados hacia el mundo de los colores, los sabores, las fragancias y los sonidos. Y el artista entonces es eso: un niño. Porque ambas concepciones tienen algo en común: los niños siempre dicen la verdad, nunca mienten sobre lo que creen cierto, y los artistas tampoco. Cada artista puede engañar a las personas haciéndoles creer que realmente son el personaje que interpretan, que los sonidos que crearon son la ambientación de un lugar, que lo que aparece en la tela es una extensión de la realidad. Pueden hacer creer todo esto, pero nunca podrían mentir, porque uno nunca miente sobre lo que siente. Y eso nace del corazón. El artista es puro, el artista es sensible, el artista juega, el artista es un niño.

Por todo eso me sumé a Arte Joven. Para poder contribuir a la generación de ese espacio que alguna vez fue mío en forma legítima por ser una niña cronológicamente hablando, y que hoy también me pertenece por no perder esas ganas de jugar y expresarme libremente.

Para abrir la puerta y salir a jugar, para crear espacios en donde los niños sean los protagonistas. Porque si pensamos que ellos son el futuro, debemos dejar que ellos demuestren lo que tienen para dar… que es muchísimo.

Finalmente quiero decir gracias. A mi amiga incondicional por defender una idea que año tras año fue tomando más color, y por invitarme a formar parte de este proyecto. A mis amigos que, como yo, se sumaron a Arte Joven sin pedir nada a cambio. A los niños, por regalarme tantas sonrisas en todos los lugares en los que me encuentro con alguno, por ser niños, por enseñarme y por recordarme que algún día yo también lo fui y, sobre todo, lo sigo siendo.

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