lunes, 20 de diciembre de 2010

De antes


Desilución era la de antes,
aquella que a los 4 años me llegó
con esa imagen que derribó para siempre
al mítico y mentiroso Papá Noel.
Lágrimas de cocodrilo,
berrinches, insultos.
¿Y qué?
Siempre estaban ellos para protegerte.
Pero la vida cambia, la mente cambia,
los sueños cambian y la inocencia también.
¿Y qué? ¿Ahora qué?
Nada, la nada misma.
Que lo de ahora es tristeza
por ver a tanta gente viviendo en la calle,
comiendo de la calle, masticando el aire,
fundiéndose los oídos entre el ruido de lo ostentoso.
Que lo de ahora es impotencia
por esa puta costumbre de no poder hacer nada
simplemente por pensarlo y entrar en la negativa.
Que lo de ahora es soledad
porque todos están solos pero creen que no es así.
Y que lo de ahora no es de todos
porque lo público está privado
por el capital, por el poder
y por ese simple hecho en el que algunos se basan
para robarle a otro su vida
enajenándolo de todo, hasta de su sonrisa.
Y lo de Papá Noel termina siendo una boludéz pasajera,
de esas boludeces que te sirven para elegir regalos
pero no para darte cuenta de que la verdadera impotencia
está allí: en la desunión que todo eso genera.
00:27. Después de éstas palabras el mundo siguió girando.

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