miércoles, 12 de enero de 2011

El escaratriste


Nació, caminó, el viento lo dio vuelta. Se murió. El escarabajo llegó al mundo sin querer y así mismo se fue. Él no sabía que una fuerte ráfaga lo mataría. El no sabía que viviría por el simple hecho de haber sido creado y que moriría por la complejidad de quedar patas arriba sin poder darse vuelta, sin poder caminar. Inesperados segundos con vientos de agua lo dejaron inmóvil. Y luego la impaciencia, la desesperación.
El escarabajo murió pataleando, sin saber qué hacer. Indefenso como vos. Indefenso como yo. Miedoso y solo. Solo y triste. Triste y melancólico. Melancólico y sin recuerdos. ¿Entonces de qué sirvió estar vivo? Él pensó que su vida estaba hecha para morir. Porque su decisión hubiese sido nunca haber nacido.

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