Nació, caminó, el viento lo dio vuelta. Se murió. El escarabajo llegó al mundo sin querer y así mismo se fue. Él no sabía que una fuerte ráfaga lo mataría. El no sabía que viviría por el simple hecho de haber sido creado y que moriría por la complejidad de quedar patas arriba sin poder darse vuelta, sin poder caminar. Inesperados segundos con vientos de agua lo dejaron inmóvil. Y luego la impaciencia, la desesperación.
El escarabajo murió pataleando, sin saber qué hacer. Indefenso como vos. Indefenso como yo. Miedoso y solo. Solo y triste. Triste y melancólico. Melancólico y sin recuerdos. ¿Entonces de qué sirvió estar vivo? Él pensó que su vida estaba hecha para morir. Porque su decisión hubiese sido nunca haber nacido.
El escarabajo murió pataleando, sin saber qué hacer. Indefenso como vos. Indefenso como yo. Miedoso y solo. Solo y triste. Triste y melancólico. Melancólico y sin recuerdos. ¿Entonces de qué sirvió estar vivo? Él pensó que su vida estaba hecha para morir. Porque su decisión hubiese sido nunca haber nacido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Vos decís?