lunes, 28 de marzo de 2011

Lo que no corresponde nunca será


Manolo nunca se había enamorado de una mujer de chocolate. Manolo nunca se había enamorado. Manolo tuvo la idea de regalarle el sol, él creía que el tamaño de este sería proporcional a aquello que se le salía del corazón cada vez que veía a la bella chocolatosa.
Unos pases de magia y los rayos comenzaron a asomarse en la plaza de aquel mentiroso pueblo.
Rosalía lo vio e inmediatamente supo que era un regalo de aquel hombrecito que le había dado vida. Rosalía se encandiló, se enamoró, no pudo dejar de mirar esa cálida luz. Rosalía se derritió.
Manolo nunca supo de ese sentimiento profundo. Cuando él llegó a la escena del criminal amor, el líquido dulce y vital de la bella chocolatosa comenzaba a chorrearse entre las maderitas de un banco de plaza.
Manolo aprendió que a veces el amor tiene el poder de derretir y otras el de silenciar.

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