Morena creía en el príncipe azul. Cuando creyó encontrarlo, lo mató. Luego Morena dijo que encontró a un príncipe azul. Meses más tarde lo asesinó argumentando que no era quien decía ser -motivo que consideraba suficiente como para cometer un crimen-. Morena ya no cree en el príncipe azul, ella sabe que eso es su culpa. Ella lo enterró.
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