jueves, 13 de junio de 2013

No hay título

La ciudad enloquece. La ciudad nos hace enloquecer, nos acelera, nos arrastra a su ritmo. Ahí no tomamos conciencia de que estamos vivos, no prestamos atención en que en ese instante de aceleración lo que respiramos es aire, que lo que nos rodea son otras almas, que lo que sentimos en nuestro cuerpo es la energía del otro, positiva o negativa. Repelemos todo, sentimos que con nosotros mismos podemos... y a veces resulta que somos nuestro peor enemigo. 
Un bocinazo, una puteada, una música salida de una disquería, otra melodía que suena desde el violín de un músico callejero. ¿Y qué? Nada. Nada, porque no prestamos atención a nada. Porque escuchamos todo junto. A veces no nos sale separar, a veces no queremos. A veces nos encaprichamos en unir. A veces no queremos sanar. 
Nos quejamos de lo feo, de lo triste, incluso muchas veces ponemos atención en lo feo dentro de lo bueno que nos pasa. Nunca nos conformamos. Queremos más y muchas veces no sabemos bien qué. Tenemos mucho por aprender de lo que somos. Somos mucho más de lo que las horas, los días y los años nos muestran.
Necesitamos desacelerar la cabeza, necesitamos no pensar tanto y actuar. No es impulso, no te confundas. Lo que actúa es tu corazón. Y no sabés las ganas que tiene en este momento de que lo dejes libre, de que lo dejes ser, de que no lo frenes. Dejalo. Dejalo por vos y por todo eso de vos que todavía no conocés. A lo mejor vos también estás buscando ese cambio. A lo mejor lo sentís y no sabés qué es. Te angustia. Te entristece. 
Quiero que te levantes y que seas. Que frenes un poco la cabeza y le des lugar a tu alma, que abandones la cáscara y que seas semilla, que cultives en vos mismo y que siembres en el otro, ese otro que al igual que vos conforma esta gran cadena que nos une a través del amor. Después de todo fue ése el motivo que te trajo al mundo. El amor, ése que sigue en vos, esperando que lo liberes. 
Yo no quiero un amor privatizado, yo quiero que salga de mí y que vuelva con más fuerza. Yo quiero parar, quiero guardar conmigo los mejores recuerdos (y los más tristes también). Pero lo que más quiero y deseo con toda mi fuerza es poder cambiar. Empezar a jugar,  a divertirme, a conectarme con el todo, de ese todo del que formo parte, al igual que vos. 
Necesitamos pensar menos el amor y sentirlo más. Dejar de acumular proyectos y trabajar para concretar todo aquello que queremos. Porque si queremos con el corazón, si actuamos con el corazón y nos guiamos por el amor, todo se puede. No hay cosa que no pueda conquistarse con amor, porque todo lo puede. 
Hoy quiero cambiar, hoy decido comenzar a ser yo, hoy elijo que nada me lastime, elijo entender, seguir mi camino acompañada por quien quiera venir. Elijo desintoxicarme de tantas palabras y empezar a crear. Hoy  escribo acá porque elijo que leas esto (si es que querés) y deseo que entiendas, que te llegue y, de ser necesario y realmente lo sentís, que pulses el botón de este gran motor. Todos tenemos uno, el mío ya está encendido. Alguien me tomó de la mano, alguien ya tiene sus dos manos ocupadas: con una me sostiene y desde su otra mano se ve otra que lo sostiene. Funciona así. Somos nosotros. Son nuestras almas. Es el equilibrio del mundo. 

2 comentarios:

  1. Tan atinadamente me hacés leer este post... estoy tratando todos los días de pulsar ese botón. A veces lo logro, a veces no. Pero se trata de vivir, De ocuparse, en lugar de preocuparse. De accionar. Hermosas palabras, que seguramente salieron de un tirón, porque así se lee. Me encantó.

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  2. Te acompaño, amiga. Caminamos a la par. Te quiero con el alma.

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