Ellos parecen dos. Se conocen, se reconocen, se obserban. Ellos se complementan entre ausencias y tardanzas, entre miradas y complicidades. Ellos, que parecen dos, se mimetizan y se creen el uno parte del otro. Y de tanto creerse ajenos a sí mismos se unen y ya no son complementarios, ya no parecen dos. Ahora son uno, uno de esos del montón. Un extraño más vagando en el anonimato metropolitano.
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